jueves, 8 de septiembre de 2016

Con su puño y letra

Suena la alarma a las 6am, la misma que es apagada como de costumbre y empieza el día. Coloca el café en la cafetera, 2 tazas exactas, ni más ni menos.
Se sienta a leer el periódico, cada una de las columnas es leída con la religiosidad de un monje.

Pedro camina por la acera, como todos los días. Toma el autobús para el parque, se sienta en una de las bancas desocupadas, lleva unos mendrugos de hace unos días. Las palomas se arremolinan cerca de las viandas.

Cerca del parque está una de tantas librerías, entre a paso lento, tiene ya en mente el libro que desea pero se entretiene con las propuestas del encargado de la tienda. Ciencia ficción, novela negra, relato fantástico; temas que hoy no le interesan realmente. Enfoca su atención, de lleno, a la estantería del fondo, la que tiene un poco de polvo. Se acerca y lo revisa de pies a cabeza. Allí está, todo este tiempo dándolo por perdido, pero allí está.

Regresa a casa presuroso, las calles se le hicieron eternas, prefirió caminar al ver que la espera del autobús sería una misión fallida. Sube las gradas de dos en dos, a pesar de que su rodilla izquierda le recuerda constantemente que él ya no puede ni debe hacer este tipo de esfuerzos.

Saca el libro de la bolsa de papel, se sienta en la terraza, no se siente listo para abrirlo. Respira, piensa, se acomoda, cruza la pierna, la extiende. -Bueno, es ahora, todo este tiempo y ahora es cuando debo hacerlo-se lo dice como convenciéndose de que lo que hace está bien.

Al dar vuelta a la primera página, distingue claramente el trazo hecho con estilográfica. La dedicatoria versa así. "Cuando me leas, te leerás. Cuando respires, yo respiraré contigo. Soy contigo uno solo porque somos el mismo. Sí, encontré, bueno, encontramos la máquina, lo haremos en 1984."
Al final de la página la fecha indica que es 1975.

No hay comentarios:

Publicar un comentario