Mientras tanto, en ese ruido material de los autos fluyendo
por el petróleo sólido, un estridente grito acompaña a la noche
y de fondo viene la misma mujer de siempre, es esa mujer de
años que al final un número no hace la diferencia y tampoco marca
la época de la vida, simplemente es una señora que en su cara
vemos las rutas de las calles, de los semáforos.
Puedo verme en ella, ella seré yo en algún momento, quizá sea ahora
y para perder aquello que me ancla a un estado tacirtunro debo primero
de perder lo que no tengo, de decir lo que no se, de vender lo tuyo y aún así,
quedarme sin nada.
Soy mujer, no soy madre...tengo sueños y aunque amo la vida, no le temo
a aquello que no he visto.
Solo permite que mi estancia no incomode tu estancia.
Para perderme, seré la señora, que ella se encuentra día a día
en los espejos de los autos que presurosos aceleran dejando atrás
las ganas de ser, de vivir, de sentir, de estar, de escuchar.
por el petróleo sólido, un estridente grito acompaña a la noche
y de fondo viene la misma mujer de siempre, es esa mujer de
años que al final un número no hace la diferencia y tampoco marca
la época de la vida, simplemente es una señora que en su cara
vemos las rutas de las calles, de los semáforos.
Puedo verme en ella, ella seré yo en algún momento, quizá sea ahora
y para perder aquello que me ancla a un estado tacirtunro debo primero
de perder lo que no tengo, de decir lo que no se, de vender lo tuyo y aún así,
quedarme sin nada.
Soy mujer, no soy madre...tengo sueños y aunque amo la vida, no le temo
a aquello que no he visto.
Solo permite que mi estancia no incomode tu estancia.
Para perderme, seré la señora, que ella se encuentra día a día
en los espejos de los autos que presurosos aceleran dejando atrás
las ganas de ser, de vivir, de sentir, de estar, de escuchar.